Hoy quiero agradecer a todos los que caminan sin portar la bandera del “yo ya”. A los que no confunden ser con parecer y así, en lugar de alimentar a sus egos con la toxicidad de eslóganes vacíos, se atreven a descubrir su esencia y la forma en que necesitan expresarse hasta convertirse en su mejor manifestación. A aquellos que han dejado de dilapidar su poder en personas, cosas o entidades externas y han asumido su responsabilidad y con ella su consciencia del efecto de sus pensamientos, sus emociones, sus anhelos y sus actos. A todos los que han abandonado la lucha porque han elegido la paz. A los que prefieren tender una mano a su sombra antes que perder su tiempo juzgando a los demás.
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