Debemos cuidar nuestra higiene energética igual que cuidamos la física.
La higiene emocional tiene que ver con la consciencia de mis emociones y con responsabilizarme de lo que siento, dejando de culparme y de culpar.
La higiene energética tiene que ver básicamente con mi pensamiento, con mi verbo y con el uso que hago de ellos.
De nada sirven los trucos de limpieza energética si no nos hacemos cargo de la magia que manifestamos a través del poder de nuestra mente y nuestras actitudes.