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Sin Problemas

No gastaré energía ni palabras en intentar negar el mundo en el que creemos vivir y su disparidad de conflictos. Simplemente me enfocaré, una vez más, en la belleza que me rodea. Invertiré mi energía y mi verbo en cincelar esa misma belleza dentro de mí hasta manifestarla instante a instante, independientemente de lo que mi ego caprichoso y desorientado se empeñe en engrandecer.

Una vez más me doy cuenta de que todo eso que vivimos como problemas no son más que distracciones, excusas para perder de vista lo trascendental, lo que ya somos y hemos logrado. Todo eso que amenaza con perturbar nuestra paz carece de poder hasta que nuestras creencias les regalan la fuerza del empoderamiento y la grandiosa apariencia de la realidad.

Mientras navegamos en el olvido, ajenos a nuestros derechos naturales, parece normal sufrir. Y así, sin darnos el sencillo permiso de la felicidad, enquistamos lo que vivenciamos como problemas, carencias o impedimentos al juzgarlos. Y al juzgar, inconscientemente, nos sentimos culpables y pequeños e incluso indignos. Así nos confundimos y nos empeñamos en intentar buscar soluciones a dificultades inexistentes, en lugar de detener los motores que las mantienen vivas.

Nos apertrechamos en la inconsciencia y nuestros apegos se hacen grandes y se alían con las creencias redundantes que nos empujan a mantenernos en la rueda cansina del más de lo mismo.

Corremos tras una utopía de felicidad que parece escaparse, no vemos que esa felicidad que sentimos esquiva está formada por todas esas cosas a las que decidimos no regalar una mirada inocente en el presente.

¿Por qué no probamos a observar eso que llamamos problemas como si fuéramos personas que ya los han trascendido, como si no tuvieran el poder de afectarnos hasta desenfocarnos de lo importante? ¿Por qué no jugamos a vivir sin buscar lo que parece defectuoso en nuestra cercanía? ¿Por qué no nos atrevemos a pasar un solo día reconociendo con el corazón lo sencilla que puede ser la vida si nosotros se lo permitimos? ¿Por qué no renunciamos al futuro y sus incertidumbres a la vez que soltamos los pesos del pasado para descansar en el presente? ¿Por qué nos resistimos a reconocer que solo tenemos los problemas que nos empeñamos en tener?

Tal vez un día dejemos de tener vergüenza de ser quienes hemos nacido para ser y, tal vez ese día, nos demos cuenta de que podemos existir desde el gozo, sin problemas.

10 comentarios
  1. Fátima Dice:

    Muchas gracias Virginia¡
    Lo que dices de que «todo eso que vivimos como problemas no son más que distracciones…» me ha resonado hasta lo profundo.
    Un abrazo
    Fátima

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  2. Daniel Eduardo Gonzalez Dice:

    Como de costumbre, siempre oportunos tus artículos y tus conferencias en el momento indicado para cada uno de nosotros los que te seguimos con tus sabias palabras, que aparecen como un gran regalo mágico en nuestros correos. Infinitas gracias por tu excelente labor Virginia, como infinita es la paciencia del universo para que reconozcamos quiénes somos y para qué hemos venido al parque de atracciones y distracciones. Si existiera un golden buzzer como el de America’s Got Talent en la web, ya lo hubiese presionado para ti. Bendiciones para ti y tu gran equipo.

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  3. Vero Dice:

    Estoy con tus vídeos convertidos a mp3,escuchándolos » a modo taladro»,como decís vos,Vir….son mi gran compañía….junto a los de Enric C…..Gracias reina….

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  4. Minerva Granados Dice:

    Mientras navegamos en el olvido, ajenos a nuestros derechos naturales, parece normal sufrir.
    Me llegan estas palabras, el olvido se ha apoderado de mi, me despertaron. Gracias.

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